Plan para terminar con la violaci贸n como arma de guerra
Canciller William Hague y Enviada Especial Angelina Jolie escriben sobre plan para terminar con la violaci贸n como arma de guerra.

Angelina Jolie and William Hague.
En el marco de la Cumbre para Terminar con la Violencia Sexual en Conflictos B茅licos, que se est谩 llevando a cabo en Londres esta semana, el canciller brit谩nico William Hague y Angelina Jolie, Enviada Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), escribieron la siguiente columna:
Imagina que eres testigo de c贸mo unos hombres armados se llevan a un miembro de tu familia de tu casa, para luego violarlo, venderlo como esclavo sexual o encarcelarlo para torturarlo sexualmente.
Imagina que eso le pasa a decenas de miles de mujeres, hombres y menores de tu pa铆s, durante a帽os y a帽os, y que vives en un entorno as铆 de peligroso y traum谩tico.
E imagina c贸mo te sentir铆as si los violadores pudieran andar sueltos durante el resto de sus vidas.
Esta es la realidad de millones de sobrevivientes de la violencia sexual en zonas de guerra y la raz贸n de ser de nuestra campa帽a.
Nos unimos porque ten铆amos en com煤n la cercan铆a con un pa铆s en concreto: Bosnia. All铆, cerca de 50.000 mujeres y un n煤mero indeterminado de hombres fueron violados a lo largo de los cuatro a帽os que dur贸 el conflicto. Bosnia es el n煤cleo de Europa, la regi贸n m谩s estable y pac铆fica del mundo. Pero ya han pasado veinte a帽os sin que se haya hecho justicia para la inmensa mayor铆a de estas v铆ctimas.
La violaci贸n se ha empleado reiteradamente como arma de guerra durante nuestra 茅poca, en todos los continentes y en todos los conflictos m谩s importantes. No tiene nada que ver con el sexo, pero s铆 con el poder y el deseo de conquistar y humillar.
La naturaleza de este acto relega a muchos sobrevivientes, de ambos sexos, a una vida de aislaci贸n, exclusi贸n y miedo.
En algunos pa铆ses, las sobrevivientes de la violaci贸n son vistas como prostitutas, siendo rechazadas y consideradas no aptas para el matrimonio.
Sin la aceptaci贸n social, a muchas les consumen la verg眉enza y el sufrimiento mental, adem谩s de quedar marcadas por las lesiones f铆sicas.
Sin un reconocimiento jur铆dico, muchas veces no encuentran el apoyo econ贸mico, sanitario o psicol贸gico que necesitan de cara a recuperarse de esta experiencia.
Con frecuencia, las v铆ctimas son ni帽os y ni帽as de corta edad, cuyos cuerpos, mentes y futuro pueden quedar da帽ados irremediablemente.
Tan corrosivo puede llegar a ser el estigma que en ocasiones contin煤a afectando a la siguiente generaci贸n: a los beb茅s que nacen de la violaci贸n, o a las familias de los sobrevivientes.
Este tab煤 tan poderoso que rodea a la violaci贸n en zonas de guerra tambi茅n explica por qu茅 la magnitud de este problema, y su severidad, no se comprenden en general.
Pero, hablando por experiencia, cualquier persona a la que se le cuentan estas historias, ven como hasta su propia alma se revuelve ante semejante injusticia.
Se levantan monumentos conmemorativos por todo el mundo dedicados a personas que han dado sus vidas en conflictos armados. Imagina qu茅 monumento tan enorme tendr铆a que levantarse para dejar constancia del sufrimiento de todos los sobrevivientes de la violaci贸n en los conflictos acaecidos en el 煤ltimo siglo. Habr铆a que a帽adir m谩s nombres cada d铆a, porque estos delitos se est谩n cometiendo mientras lees estas palabras: en Siria, en Sud谩n del Sur, en la Rep煤blica Centroafricana y en otros pa铆ses.
Hemos unido nuestras fuerzas porque compartimos varias convicciones inquebrantables.
En primer lugar, estamos convencidos de que la violaci贸n y la violencia sexual no son inevitables, sino que integran una t谩ctica de guerra intencionada que puede ser objeto de disuasi贸n, prevenci贸n y castigo.
En segundo lugar, creemos que el tema fundamental aqu铆 es la justicia. Cada vez que ocurre uno de estos cr铆menes y el mundo se queda cruzado de brazos, se establece el precedente de que la violencia sexual se puede llevar a cabo con impunidad: ya sean las ni帽as raptadas en los colegios en Nigeria o las refugiadas en Siria.
En tercer lugar, se trata de una responsabilidad moral. Ning煤n pa铆s puede afirmar que cree en los derechos humanos y luego mirar a otro lado cuando se trata de la violencia sexual en el conflicto. Pero adem谩s, es un asunto crucial de pol铆tica exterior, que propaga la inestabilidad y el conflicto. Ponerle fin es un imperativo nacional de seguridad.
En cuarto lugar, aunque los hombres y los ni帽os tambi茅n son v铆ctimas, la violencia sexual en el conflicto es un lastre para los derechos de las mujeres en el mundo entero. Todos los d铆as leemos c贸mo sufre alguna mujer a manos de un marido que abusa de ella o de un sistema jur铆dico draconiano. Si conseguimos destruir la impunidad en los casos de violencia sexual en el conflicto, entonces podemos acelerar el cambio en la actitud hacia las mujeres en muchos otros 谩mbitos.
En quinto lugar, ambos nos negamos a aceptar que la violencia sexual en el conflicto sea simplemente un problema demasiado extenso y complejo para ser abordado. Algo parecido se dijo sobre el comercio de esclavos, o sobre la prohibici贸n del comercio ilegal de las armas de fuego. Cuando se despierta a la opini贸n p煤blica y los gobiernos se ponen en marcha, el cambio puede ser r谩pido.
Existen pruebas de que esto es as铆 ahora. M谩s de tres cuartas partes de los pa铆ses del mundo entero ya han firmado la 鈥淒eclaraci贸n de compromiso para erradicar la violencia sexual en el conflicto鈥 que propusimos el a帽o pasado. Y la semana que viene, seremos los anfitriones de un evento aqu铆 en Londres que reunir谩 a m谩s de 100 gobiernos, los directores de ocho agencias de Naciones Unidas y casi un millar de expertos.
Presentaremos por primera vez en la historia un Protocolo Internacional para documentar e investigar la violencia sexual en el conflicto. Durante m谩s de un a帽o, cientos de expertos han trabajado para elaborar este documento, que ayudar谩 a los investigadores a proteger y preservar la informaci贸n y las pruebas tras un ataque, mejorando as铆 la posibilidad de que los juicios lleguen a buen fin, y protegiendo a las v铆ctimas del trauma.
Les pediremos a los pa铆ses que armonicen sus leyes sobre la violaci贸n y la violencia sexual con los est谩ndares internacionales. Pediremos que se entrenen a soldados y fuerzas de paz para que comprendan y prevengan la violencia sexual en zonas de guerra. Son medidas sencillas, desde la instalaci贸n de alumbrado en los campos de refugiados hasta acompa帽ar a las mujeres que van en busca de le帽a, pero son medidas que pueden reducir de manera dr谩stica el n煤mero de asaltos, y queremos que estas medidas b谩sicas de protecci贸n se hagan universales.
Instaremos a los pa铆ses a que nunca concedan amnist铆as a delincuentes de violencia sexual, y a perseguir a aquellos infames m谩s buscados, como por ejemplo Joseph Kony. Y pediremos m谩s financiamiento para los supervivientes y los grupos que trabajan con ellos, los h茅roes desconocidos que sientan los cimientos sobre los que trabajamos nosotros.
No existe ninguna ley o tratado que erradique la violencia sexual en zonas de guerra de la noche a la ma帽ana. Es una causa para toda nuestra generaci贸n.
Y la verdad es que los gobiernos no pueden conseguir esto por s铆 mismos. Para ponerle fin a la violencia sexual en el conflicto es necesario romper el molde. Tienen que trabajar juntos los gobiernos, los ciudadanos y la sociedad civil y construir un modelo nuevo para abordar esta amplitud de temas globales.
Est谩 en nuestras manos erradicar la violaci贸n como arma de guerra de todo arsenal de crueldad de nuestro mundo. Y tambi茅n est谩 en nuestras manos tratar a las v铆ctimas no como marginados sociales, sino como supervivientes valientes.